En Berlín, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, el dinero escaseaba, los suministros se agotaban, y parecía que todo el mundo moría de hambre. Durante este período, las personas contaron la historia de una joven que decidió ayudar a un hombre que caminaba a ciegas entre una multitud.
La leyenda cuenta que ambos comenzaron a conversar y el
hombre le preguntó si podía hacerle un favor: “¿Podrías entregar esta carta en
la dirección escrita en el sobre?” Bueno, el lugar le quedaba de camino a su
casa, por lo que ella acepto sin más. La chica comenzó su camino para entregar
el mensaje, cuando notó algo en la dirección, un número que no podía
distinguir, no sabía si se trataba de un “4″ o “9″. Se volvió de nuevo hacia el
hombre ciego y se dio cuenta de que había emprendido una huida entre la gente
sin sus gafas oscuras ni su bastón, como si estuviera huyendo.
Ella, por supuesto, encontró aquella actitud sospechosa, y
en lugar de ir a casa fue a la policía. La policía, que tenía sospechas de que
algo estaba pasando en la región por los incidentes registrados, visitó la
dirección para comprobar si existía alguna conexión con sus sospechas. Una vez
allí, hicieron un descubrimiento aterrador, tres carniceros cortaban carne
humana y la vendían a la gente hambrienta por un precio amigable.
¿Sabes lo que había en la carta que el hombre le dio a la
joven? Una nota, apenas se limitaba a decir: “Esta es la última que mando para
ustedes hoy.”


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